DETRÁS DEL ATRIL



Los componentes de la orquesta, en un descanso en el camino de ida.


María Luisa, Víctor, Pablo, Elena y Elsa, en una habitación del albergue.


Noci lee el conjuro para la queimada junto a Álvaro y ante Ángel Rodríguez, de la Sociedad de Sada.


Un momento de la cena en la sociedad de Sada.


Abel, Pablo y Víctor, en un momento de su ascenso a la torre de Hércules, en La Coruña.


Elena, Alicia, María Luisa y Elsa, en los armarios de su habitación del albergue.

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El albergue de Sada
29 y 30 de octubre de 2005

Un fin de semana pasado por agua. Y vaya. La lluvia no nos ha perdonado en nuestro regreso a Galicia, después de que lleváramos ya varios años sin subir al norte para ofrecer un concierto. El 29 de octubre actuamos en el salón de actos de la Sociedad Recreativa de Sada, municipio situado a veinte kilómetros de La Coruña.

Por primera vez en los 23 años de historia de la orquesta... ¡nos hemos desplazados en minibús! Y seguro que novedad el hecho de que hayamos realizado un viaje largo, de fin de semana, sin que hayamos contado con nin un solo acompañante. Única y exclusivamente los componentes de la Orquesta (faltaron Pablo Román, Inma, Blanca y Luz) y bueno, también el conductor del autobús mini. Salimos a las 9.00 horas no de la plaza de Pablo Arranz (la del Goya) de Tudela, sino del polideportivo San Roque.

Durante el viaje de ida hicimos la parada de rigor en una estación de servicio donde se encontraba almorzando un equipo de baloncesto de La Coruña (lo que alegró la mañana a Ana). Los jugadores nos contaron que por el norte, hacia donde íbamos, llovía. Y no se equivocaron.

El camino se sorportó con música (mucha Cadena Dial en la radio del bus) y charlas, donde nos enteramos, por ejemplo, de la pasión de Nohelia por la Cenicienta, jeje, y planeamos, sin éxito, algún tipo de novatada para Noci, pues ésta iba a ser su primera actuación 'en tierra extraña'. La segunda parada del camino fue para comer, de nuevo, en un bar de carretera.

Llegamos a Sada sobre las 15.30 horas. Nos dirigmos primero al albergue, pero allí nos dicen que nuestras habitaciones no estarán libres hasta las 18.00 horas, por lo que decidimos acercarnos hasta el lugar de actuación para preparar los instrumentos y dar un último repaso a las obras. Mientras nuestro director, Jesús Gutiérrez Lebrero afina los instrumentos, un grupo de componentes de la Orquesta baja hasta la playa para hacer un poco el gamba (estamos en tierra de marisco) y perseguir a las gaviotas. Luismi, Abel y Víctor intentan espantarlas con tácticas de disuasión que no es que tengan mucho éxito.

Una vez ensayadas las piezas (y acordado, después de varias risas,, que Álvaro hará el pájaro en La sinfonía de los Juguetes) volvemos al albergue (vuelve a llover). Nos instalan en el barracón seis, en cuatro habitaciones. En una dormirán (o algo) Nohelia, Natalia, Ester, Ana y Gracia. En la otra reservada para las chicas estarán Elsa, María Luisa, Elena y Alicia. Miguel Ángel, Luismi, Noci, Abel y Álvaro se instalan en una tercera, mientras que Pablo y Víctor se cuelan, solos, en la cuarta. El estado de las habitaciones y los baños (esa alcachofa de ducha demasiado baja) no hicieron mucha gracia, por ejemplo, a Luismi. Abel y Vïctor, que estuvieron de 'expedición' antes del reparto de habitaciones pudieron comprobar cómo en otros pabellones había habitaciones sin puerta, sino con coertina.

Una vez aseados y preparados volvimos a la Sociedad para ultimar los preparativos del concierto (donde destacó el platillo final de Nohelia en La Chulapona). Antes de empezar, Víctor estuvo charlando con Martín Torres, colega del grupo de plectro Siglo de oro , de La Coruña. Al término del concierto, Martín le comentó a Víctor y Elena que las piezas que más le habían gustado fueron las del barroco, la primera parte de clásico y, sobre todo, La Sinfonía de los Juguetes. También estuvieron charlando sobre el funcionamiento de las orquestas y actividades relacionadas con el mundo del pulso y la púa.

Justo después tuvimos la cena en el mismo salón de actos en el que habíamos actuado. Menú compuesto por platos repletos de queso, jamón cocido, chorizo, salchichón, pulpo, mejillones (que gustaron especialmente a Pablo), tortilla de patata y de postre café de puchero (ahí estuvo Jesús colándolo y quitando posos con una servilleta), un bollo delicioso llamado gustosa y queimada. Ángel Rodríguez, de la Sociedad de Sada, se encargó de prepararla, con la ayuda de Noci, que leía el conjuro en gallego y con un sospechoso acento (Elsa también lo intentó). Lo mejor, esa parte final en la que Noci y Álvaro leyeron esa última frase de la mutua médica que venía en la parte trasera de la fotocopia del conjuro para las bruxas.

Después de la sobremesa, visita turística por los bares y la zona de copas de Sada. Pese a la lluvia, un tiempo estupendo y mucha gente en la calle. Nos acompañaaron algunos componentes gallegos, como Ángel, Álvaro, Leticia y Cristina, que tuvieron que acompañarnos hasta altas horas de la madrugada. Pop en el primer bar, sobredosis de reaggeton en el segundo... y Grease y Celtas Cortos en el tercero. Como ese fin de semana cambiaron la hora, disfrutamos de una hora más de fiesta. Los más madrugadores en regresar al albergue fueron Elsa, María Luisa y Víctor, que pillaron taxi sobre las 4.30 horas. Una hora después llegaron Pablo, Noci, Natalia, Ester,, Abel y Alicia, que hicieron andando los tres kilómetros desde el pueblo hasta el albergue. Y a las seis de la madrugada llegó el escándalo con una afónica Elena, que se encargó de despertar a los pocos que a aquellas horas dormían para contarles que el camarero de una discoteca les había invitado a unos callos en el bar de enfrente. La remesa cogió dos taxis. En el primero fueron Luismi, Álvaro y Nohelia (les cobraron un euro más, cinco, por veinte metros de diferencia). En el segundo, Elena, Miguel Ángel, Ana y Gracia. Los que más aguantaron, Álvaro y Ana, que se quedaron en la discoteca Albatros mientras el resto volvía al albergue.

En el mismo barracón seis donde estábamos hospedados dormía también un grupo de franceses que, a las 8.00 horas, nos la devolvieron mientras se despertaban. Parece como si, molestos porque hubiéramos hecho ruido en la madrugada, nos quisieran devolver la moneda, poniendo la música alta y con canciones "de la tana", como dijo Elena tras escuchar 'Suavemente' en la radio de los franceses.

Llegó a continuación, a las 9.30 horas, el momento del desayuno y cuando más llovió de todo el viaje. Mientras fuera jarreaba, mirábamos por la ventana el mar, al fondo del comedor un mural de la última cena (algo así) y unas pistas de futbito que, como dijo Luismi y por la lluvia caída, más parecían de waterpolo. Mientras hacíamos tiempo hasta coger el autobús, sentados a la puerta del barracón como si estuviéramos en una sala de espera, Noci y Álvaro nos hicieron pasar el tiempo con un concierto a lo Mayumaná con el contenedor de las sábanas sucias.

En La Coruña dimos una pequeña vuelta en autobús para ver, sobre todo, el paseo marítimo de la ciudad, y luego algunos componentes de la orquesta pagaron los dos euros que pedían por subir a la torre de Hércules. Hicimos cientos de fotografías. Este ha sido, sin duda, el viaje de las digitales y seguro que, entre todos (Noci y Abel a la cabeza) nos llevamos más de 1.500 fotos. Pero fijo.

Después de visitar la zona de pinchos (nos la recorrimos de arriba a abajo hasta que por fin nos decidimos a entrar a uno), entramos a comer en el mesón A roda. Y algunos como Pablo y Nohelia lamentaron no haber hecho parada en una marisquería (menú para dos, 24 euros) para cambiar el caldo gallego y los macarrones por cigalas y nécoras.

SObre las 16.30 horas salimos de La Coruña y, después de ver El coleccionista de huesos, Harry Potter y escuchar el concierto que ofrecimos el día anterior, llegamos a Tudela sobre las 22.30 horas.


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©2004 Orquesta de Pulso y Púa de Tudela de Duero