HISTORIA. CALLE MAYOR

Viaje a Manzanares
Mayo de 1999

Es cierto que no nos hemos asomado demasiado últimamente por estas páginas, pero eso de ninguna manera significa que nuestra actividad haya cesado, ni siquiera disminuido. Sin ir más lejos, el pasado domingo cuatro de abril invitamos al coro leonés Ángel Bara para que cantara en Tudela. Se trata de una agrupación que formaron jóvenes estudiantes en 1991. La calidez de sus voces y la frescura de sus interpretaciones encandiló a los asistentes, especialmente en una primera mitad del concierto dedicada a la música sacra, donde versionaron con pulcritud a los grandes maestros del Renacimiento (Tomás Luis de Victoria, Palestina y O. di Lasso), perfectamente conducidos por su director José Vival Ángel Sarmiento. Para remate contamos con la colaboración de nuestra iglesia, en la que este tipo de música encuentra su medio ideal y que no deja de maravillar a cuantos la conocen, como les ocurrió esta vez a los de León.

Pero no terminamos aquí la crónica, pues el sábado 10 de abril partimos con destino a Manzanares (Ciudad Real) para intervenir en las XV Jornadas Sotomayor, organizadas por la Orquesta de Pulso y Púa Sotomayor, que realizó tan buen concierto en Tudela allá por el pasado mes de octubre.

El coche, con nosotros dentro, se empezó a mover a las nueve y media de la mañana, primero hacia Portillo, con el fin de recoger a nuestros compañeros (que cada día son más), para luego enganchar con la carretera de Madrid. Por el camino pudimos disfrutar de dos pésimas películas (según el sentir general), elegidas con el característico gusto de uno de los componentes de nuestra agrupación, cuyo nombre no airearemos para evitarle conflictos.

EL PROGRAMA

Folleto del ciclo en Manzanares.
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Por sufragio universal decidimos parar a comer una vez hubiésemos pasado por Madrid y así evitar posibles atascos. No queríamos comprometer la hora de la llegada a Manzanares para actuar (véase la estresante historia de hace unos años con concierto en Ciudad Rodrigo). Alguno, que por extrañas razones no había desayunado, pidió parada para almorzar aproximadamente diez veces cada minuto.

Como no podía ser de otra forma, cuarenta músicos del siglo XX decidimos parar en Aranjuez (por los fresones, ya saben). Allí pudimos conocer el hermoso Palacio Real y los apacibles y amplios jardines, sus fuentes, su aire tranquilo y optimista. Los pájaros cantan allí como en ningún otro sitio, sin duda algo tendrían que ver a la hora de inspirar al maestro Rodrigo el archiconocido concierto.

Una vez que los estómagos se hubieron tranquilizado continuamos el camino y hora y media más tarde estábamos en Manzanares. Los de Sotomayor nos recibieron y llevaron al hotel Menano (curioso nombre) donde nos alojamos.

Se trata de un hotel céntrico y tranquilo que tiene en los servicios unos extraños secadores de pelo (se supone) con un tubo flexible, a modo de trompa de elefante, totalmente extraíble; desde luego que el aparato es digno de ser expuesto en cualquier feria. Digno de conocer fue también el aposento de Pablo, el concertino, que más que habitación era cama con puerta. De cualquier forma, el trato fue excelente.

LA FOTO

De paseíto por Aranjuez.

Nuestra actuación (la de verdad, la musical) estaba prevista para las nueve, dos horas antes fuimos al teatro a prepararlo todo. Otra vez nos volvió a ocurrir, fue entrar en el auditorio y las lágrimas querían correr por nuestras caras por causa de la emoción y de la envidia. Desde luego que el nombre de Gran teatro le iba pintiparado, solo el escenario ya era tan grande como todo el salón de actos del Ayuntamiento de Tudela, los laterales del mismo y todo el patio de butacas revestido en madera, techo con paneles móviles para dirigir el sonido, asientos en dos plantas, cabina de control para imagen y sonido, un sistema moderno de iluminación y camerinos equipados: todo el bloque situado en una bonita plaza con llamativa vegetación. ¿Cuándo tendremos aquí algo así?... o aunque sea, la mitad.

Se toca tan bien en un local de tan buenas características que el concierto quedó bordado, especialmente la última obra que hemos preparado La canción de Aixa (F. M. Torroba); así lo entendieron y lo experason los miembros presentes de la Orquesta Sotomayor. Después de tal triunfo volvíamos a padecer hambre feroz que compensamos en el hotel con entremeses y filetes de carne guisada con patatas.

Llegó la hora de conocer la noche "manzanera". Guiados por "nativos" llegamos a un gran bar que ocupamos cuando no había nadie, cuando se llenó y cuando empezó a vaciarse. Y cuando lo vacíamos del todo.

De vuelta en el hotel algunos precavidos se habían provisto del alimento típico de Aranjuez y montaron la Fiesta del Fresón Especial, que empezó exactamente a las tantas y terminó un minuto más tarde, justo cuando se acabaron las fresas. No se sabe a ciencia cierta, pero algunos, después de la fiesta, creyeron ver a un alma en pena patrullando los pasillos.

La mañana del domingo emprendimos el viaje de vuelta cuando terminamos el desayuno, bueno... no todos, el personaje que acostumbra a no hacerlo siguió en su línea pero arrastró consigo a unos cuantos más, juntos ejercieron presión sobre el resto de expedicionarios para hacer una parada de almuerzo sin conseguirlo hasta la hora de la comida, que se hizo en San Lorenzo de El Escorial, donde tuvimos la oportunidad de contemplar el majestuoso monasterio, lleno de obras de arte y con una basílica muy parecida a lo que pudo ser la catedral de Valladolid si llega a haberse terminado de construir.

A las seis y media de la tarde empezamos la vuelta definitiva que realizamos durmiendo hasta Tudela.


OTROS MESES DE CALLE MAYOR
©2004 Orquesta de Pulso y Púa de Tudela de Duero