HISTORIA. CALLE MAYOR

Viaje a Cájar (II)
Septiembre de 1997

La noche nos sorpendió cenando en Sierra Nevada. Parece que tanto sol durante el día, el viaje y la falta de oxígeno debida a la altura dificultaron la digestión de los nuevos de la Orquesta, que empezaron a hacer cosas muy raras: comerse una sandía sin utilizar las manos, imitar a Chiquito de la Calzada, cantar la canción de las Mamachicho y La cucaracha subidos en una mesa, recitar Soy minero y dar una conferencia sobre el apasionante tema: "La hormiga roja y la clave de do en tercera. Relación si la hubiera". Entre éstas y otras locuras, pasamos un rato de risas considerables.

Después de tan grotesca representación teatral se realizó el sorteo de nuestro juego criminal. Cada uno de los participantes sacaría de una bolsa un papelito que llevaría escrito el nombre de cualquier otro participante que, a la postre, habría de ser su víctima. Todos los nombres entraban en el bombo, así cada uno de nosotros era víctima de uno y verdugo de otro. El "asesinato" debía verificarse sin la presencia de ninguna otra persona que los dos implicados, y el armamento sofisticado consistía en una pistola de agua o, en su defecto, cualquier objeto expeledor de este líquido. Una particularidad: al matar era esencial pronunciar las palabras "¡te pillé!" y el muerto tenía que apuntarse en la lista de defunciones.

LA IMAGEN

Un momento del concierto.
Una vez terminadas las novatadas y realizado el sorteo, salimos a dar una vuelta por el pueblo y entramos en el único bar que vimos abierto, dejamos las pistolas de agua sobre la barra (los camareros alucinaban) y a los quince minutos ya habían caído dos o tres personas.

No se puede imaginar el neófito en el juego la tensión que va a tener que soportar. Nunca debe quedarse sólo por el peligro que corre, pero tampoco en pareja porque cualquiera puede
ser el encargado de matarle, así que
lo mejor es acudir a las multitudes,
es decir, de tres en adelante. Pero por mucho que se intente, en determinados momentos no es posible estar acompañado, siendo estos los peores.

El corazón late como si fuera a salirse del cuerpo, las manos sudan, te agarras a la pistola de agua como si fuera (de hecho lo es) la única posibilidad de salvación, y no hay vuelta de esquina que no se haga apuntando como los polis de las pelis. El ridículo es espantoso cuando tras la esquina hay alguien desconocido y totalmente ajeno al juego. Desués del sorteo, nos fuimos a dormir.

LA IMAGEN

Luismi, en plena celebración de las novatadas, se declara a Miriam.

La mañana siguiente se dedicó a conocer Sierra Nevada; algunos, los más responsables (los menos), se quedaron en el hotel ensayando. A las doce iniciamos el descenso hacia Cájar. El personal del hotel, no pudiendo contener la curiosidad más, terminó preguntándonos lo que hacíamos gente tan mayor jugando con pistolitas. En ese momento, la lista de víctimas ya era larga, entre ellos la mitad de la junta directiva, el golpe de estado era inminente. Volvimos a recorrer las mil y pico curvas hasta Cajar para alojarnos en un bonito hotel que abarrotamos; una pequeña joya ¡con aire acondicionado en las habitaciones! Nos llevaron a comer, por cierto muy bien, a un restaurante y luego a la piscina. Las emboscadas y puñaladas traperas se sucedieron hasta la tregua de dos horas.

EL RECUERDO

Folleto del gran hotel 'Los cerezos', con aire acondicionado.

Cuatro orquestas participamos en el X Festival de Música Plectro de Cájar; la Agrupación San Francisco y la Orquesta de Pulso y Púa de Cajar, la Orquesta
Sotomayor de Manzanares (Ciudad Real) y la Orquesta de Tudela. Las actuaciones se realizaron al aire libre y con megafonía, lo que hace que se pierda gran calidad de sonido; esto y las interrupciones de nuestra parte de concierto para leer un comunicado sobre el asesinato de Miguel Ángel Blanco y guardar un minuto de silencio (actos necesarios, pero que nos hicieron perder concentración), propiciaron que no saliésemos
satisfechos del acto. La afluencia del público fue masiva. Al final hicimos intercambio de regalos y nos fuimos
todos a cenar.

Nuestros anfitriones no nos dirigeron ni una palabra hasta que nosotros nos decidimos a romper el hielo; como de costumbre, los de Tudela animamos la fiesta y ¡cómo no! terminamos cantando jotas. En la misma cena fuimos invitados al festival de Manzanares para la próxima primavera.

Después de cenar volvimos al hotel, guitarreo y salve incluida; algunos se fueron a la cama y otros no. Por la mañana, un extintor apareció en uno de nuestros nichos (extraña aberración para gente tan joven). Dedicamos el día a ver la Alhambra, cita obligada. Lugar mágico lleno de frescos jardines y fuentes, el paraíso en la tierra... Mejor que vayan a verlo que será más elocuente que todo lo que podamos decir.

Para entonces el juego ya había sido resuelto. Elsa Tabarés, sin piedad, sin prisa, se cargó a sus propios hermanos, primos y demás familia, nos dejó a todos secos y se llevó la recompensa en metálico que ofreció nuestro director al más sanguinario. ¡Cuidado con esa chica!

Por la tarde regresamos en viaje sin incidentes que terminó de madrugada.

OTROS MESES DE CALLE MAYOR
©2004 Orquesta de Pulso y Púa de Tudela de Duero