HISTORIA. CALLE MAYOR

Viaje a Cájar (I)
Julio y agosto de 1997

El contacto real con otras orquestas de parecidas características a la nuestra ha sido enriquecedor, así como el viaje al sur de España y la convivencia entre nosotros mismos.

En la noche del jueves, 10 de julio, a las dos y media (viernes ya) comenzó nuestro periplo hacia tierras andaluzas; un largo viaje durante el que nuestros culos y espaldas tomaron aspecto de autobús. Cada cual se dedicó a realizar su papel a lo largo del traslado: unos escuchaban música, otros repartían galletas que los demás comían, muchos intentaban dormir y algunos pocos intentaban que estos no durmiesen.

Ocho horas después arribábamos a la plaza de Correos de Granada. Una de las impresiones más latentes que uno se lleva del lugar es que hace muchísimo calor y que no hay más que cuestas y casi todas, para arriba.

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Rodrigo, Alicia, Laura y Mari Carmen, en el café.
Dedicamos casi todo el día a conocer Granada. Una ciudad bonita, llena de monumentos y dominada desde lo alto por la preciosa Alhambra que iríamos a visitar el último día; pero tal vez, también, una ciudad sobreexplotada por el turismo; en cada esquina hay un limpiabotas o una gitana que adivina el futuro o alguien que quiere vender cualquier cosa. Para todo lo que guste uno hacer es necesario pagar, salvo para entrar en el museo de arqueología o en unos antiguos baños árabes (por supuesto que ya dejaron de funcionar). Toda esta maquinaria está engrasada por las divisas importadas por unos "guiris" rubios y colorados como gambas que vienen a conocer la gracia española y ojalá sigan viniendo todos los años inducidos por la fascinación que les produce nuestro pueblo y paisaje.

Gran parte de la mañana la pasamos deambulando por el centro de Granada para luego recorrer el blanco barrio del Albaicín. Las exageradas pendientes de la zona, aliñadas con un sol de justicia, nos hicieron agarrar unas pájaras monumentales; la única solución era marchar a comer un reconstituyente gazpacho.

Por la tarde visitamos a un constructor de guitarras, bandurrias y laúdes que toca en un trío de pulso y púa; también tomamos mucho café con hielo y a las seis y media tomamos rumbo a Sierra Nevada, donde pasaríamos la noche

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Diego Beltrán, Ana, Álvaro, Pablo y Víctor en la fila de atrás. Delante, Virginia, Álvaro García, Elena, Álvaro Domingo y Natalia.

Curva a la izquierda y curva a la derecha, cada vez más arriba y menos oxígeno, es el resumen que podemos hacer de la travesía. Durante la subida habíamos acordado encontrarnos con el representante de la agrupación San Francisco de Cájar sin más señas para reconocerlo que un todoterreno blanco que sería conducido por él. Nos encontramos con varios vehículos así pero ninguno parecía ser el que buscábamos. Cada vez más arriba ya llegando a los tres mil metros, con el pico de la Veleta y la estación de esquí a la vista, el cielo abriéndose ante nosotros, que a punto estuvimos de subir en cuerpo y alma; pero muchos metros más abajo, pequeño como si fuera de juguete, divisamos el coche en búsqueda; una llamada de nuestro teléfono móvil al suyo fue suficiente para certificar que era él. Nos habíamos pasado de sitio; tuvimos que girar y bajar unos kilómetros hasta llegar a un hotel donde nos dividimos entre las habitaciones y nos duchamos.

Fue un honor para nosotros albergarnos bajo el mismo techo que la selección nacional de natación, un equipo de ciclismo y la selección nacional de hockey.

Después de cenar, comenzó lo más interesante: novatadas par los que hacían su primer viaje con la orquesta y el principio del juego que mantuvo el alma en vilo a todos hasta el final del viaje. Pero todo lo contaremos el mes próximo.


OTROS MESES DE CALLE MAYOR
©2004 Orquesta de Pulso y Púa de Tudela de Duero