HISTORIA. CALLE MAYOR

La trastienda de los conciertos
Junio de 1997

Algo que muchas veces nos preguntamos cuando asistimos a un conciertos es qué habrá detrás del escenario: qué harán los músicos antes de tocar y durante los descansos; cómo será el sitio donde se visten o cómo se prepararán durante meses para una actuación.

Nos encontramos ante un espectáculo bien planificado, ante un cuadro vivo con el escenario como marco y los músicos como personajes. Pero, ¿qué pasa cuando estos seres animados desaparecen? ¿No les intriga saber lo que están haciendo mientras esperan a que el concierto empiece o se reanude? Vamos a intentar despejar algunas de estas incógnitas.

Para empezar, debemos considerar los distintos tipos de espectáculos existentes, sobre todo en cuanto a número participantes y a la existencia o no de decorados, efectos especiales...

Cuando nos enfrentamos a una zarzuela o cualquier tipo de representación músicoteatral con multitud de ejecutantes, se necesita disponer de un gran teatro con una profundidad de escenario casi del mismo tamaño que el patio de butacas. En estas ocasiones es cuando se presenta más vida oculta. Detrás de los decorados nos podemos encontrar con todos los que se disponen a entrar en escena de un momento a otro, con los que acaban de salir, los apuntadores, algún curioso que no hace más que estorbar y demás "gentecilla". Se viven momentos de expectación y tensión aguardando el momento de salir ante el público; siempre existe el miedo de hacerlo a destiempo. Contrasta el silencio del patio de butacas con el barullo sosegado de la caja donde está toda esta pequeña muchedumbre. Por los camerinos y pasillos hay individuos de todo tipo de naturaleza y atuendo, pasando el rato como pueden: unos se visten, otros juegan a las cartas o cuentan chistes. Cualquier método es bueno para matar el tiempo. Estos camerinos a veces son completos, incluso lujosos, con servicios, duchas, espejos, perchas, con todo lo necesario; pero otras veces son supercutres, llenos de trastos polvorientos: una mesa de conferencias, un atril grande de madera o una estatua que se dejó olvidada algún grupo de teatro: apenas hay espacio para moverse.

En los entreactos aparecen unos hombres vestidos con un mono y con un martillo de la mano que, de manera un tanto violenta, pues las prisas lo imponen así, cambian los decorados dando tremendos martillazos. Tras el telón, la gente corre de un lado para otro, cada cual "a su rollo".

Los conciertos no presentan tanta dificultad en cuanto a manejo de recursos humanos. Respecto a nuestra manera de proceder es suficiente con llegar al local una hora antes de la actuación. Primero dejamos los instrumentos desenfundados para que se aclimaten al lugar y no se desafinen demasiado; luego se templan las cuerdas adecuadamente y se toca algo para probar la acústica de la sala o, si se cosidera necesario, repasar alguna obra del repertorio. Una vez cumplido este ritual, sobra un poco de tiempo en que cada cual hace lo que le place, fumar, tomar café, bailar... Lo que se estime necesario para alcanzar el nivel de concentración adecuado. A continuación nos cambiamos de atuendo, algunos chicos quieren hacerlo a la vez que las chicas, pero éstas, normalmente, protestan; ellos, contumaces, volverán a intentarlo en la siguiente ocasión. Durante este rato, el público ha comenzado a llenar la sala; en Tudela el primer asistente siempre era un señor con barba blanca llamado Antonino Jarabo; no falló ni una sola vez desde la primera que tocamos, hace quince años, y no podrá volver a estar con nosotros, pero su espíritu siempre nos acompañará.

Llegada la hora estipulada para el comienzo, esperamos algunos minutos más para que lleguen los rezagados (sana costumbre española) y a partir de ahí, los que nos hayan visto, ya sabrán lo que ocurre, los que no, ¡¿a qué esperan?!

El público, más o menos pasivo, acostumbrado a sentarse y ver la función como el que se come la tarta sin pensar en los ingredientes. Tal vez a partir de ahora, entienda el escenario como un organismo vivo por cuyas venas, como la sangre, fluyen los artistas de un lado a otro sin ser vistos. Esperamos que esto no le inquiete, pero no olvide que, mientras mira a los músicos, alguien, desde el anonimato que proporciona estar entre bastidores, puede estar mirándolo a usted.


OTROS MESES DE CALLE MAYOR

©2004 Orquesta de Pulso y Púa de Tudela de Duero