HISTORIA. CALLE MAYOR

Conciertos didácticos
Febrero de 1997

La bandurria y el laúd, así como toda la familia de laúdes españoles tal y como los conocemos ahora, son relativamente modernos, pues podemos fijar su origen en el siglo XIX. No obstante, existieron otros instrumentos antepasados de éstos que tras diversas transformaciones durante el transcurrir de los años, han dado lugar a los actuales.

Es muy difícil trazar una línea evolutiva directa desde los orígenes hasta hoy, dada la confusión existente, la cantidad de instrumentos de púa del mundo y los diferentes nombres que se les ha dado.

Virgilio, en las Eneidas ya habló sobre instrumentos de cuerda tocados con púa y con los dedos. Parece ser que el arco apareció varios siglos más tarde. En Mesopotamia existió un instrumento llamado 'Pân-tur'. Es posible que este nombre sea la raíz etimológica de la palabra bandurria.

La primera aparición en España pertenece a la iconografía romana; se trata del bajorrelieve de la 'Estela funeraria de la niña Lutatia', que se encuentra en el museo arqueológico de Mérida.

Con la llegada de los árabes, se produce, lógicamente, la entrada de su música e instrumentos entre los que la púa ocupaba un destacado lugar. Algunos musicólogos han clasificado estos cordófonos según su tamaño y forma, siendo: largos (como el lamado 'tanbur'), anchos (el 'ud') y cortos ('qupuz').

Durante la segunda mitad de la Edad Media, la mayor fuente de información la encontramos en las cantigas de Alfonso X El Sabio. En las miniaturas aparecen representados distintos instrumentos tocados con púa o plato. Lo más importantes de la época fueron el laúd (que hereda la forma del 'ud' árabe), la cítola, las guitarras y la bandurria de 3 y 4 órdenes. Se van abandonando para la construcción los materiales animales, como la concha de tortuga para el fondo de la caja acústica, y el cuerpo para la tapa, en beneficio de la madera.

En el Renacimiento nos encontramos con dos instrumentos, la cítla o cítara (distinta de la cítara griega) y la bandurria de la que se conocen, sobre todo, datos de la afinación; parece ser que lo más generalizado era que la bandurra tuviera tres cuerdas, aunque también las había de cuatro y cinco cuerdas.

El número de órdenes sigue variando de tres a cinco en el período Barroco. Lo más extendido fue la utilización de cuatro órdenes y cinco al final del periodo. Los órdenes eran dobles, es decir, cada orden tenía dos cuerdas afinadas al unísono o, incluso, a la octava en algunos casos: de esta forma, los instrumentos de cuatro órdenes tendrían ocho cuerdas y cuatro sonidos diferentes al aire (sin pulsar ningún traste). Destacan la vandola y la bandurria de contorno tipo pera.

Con la llegada del siglo XIX se consolida la bandurria a la que se añade la sexta cuerda, se afianza la afinación y la forma del contorno, así como la utilización de cuerdas metálicas. Diversos experimetnos sobre tamaños, timbres, afinaciones, utilización de cuerdas dobles y simples, dan lugar a distintos instrumentos apareciendo definitivamente en 1880 el "nuevo laúd" (el que tocamos nosotros), y la orquesta de láudes formada por la nueva familia de laudines, laudones, archilaúdes... Esta formación llegará hasta nuestro siglo donde aparece, para completar la familia, el laúd contrabajo.

Ha habido grandes formaciones orquestales a lo largo del siglo XX, como la Orquesta Ibérica, de Germán Lago, o el Cuarteto Aguilar, solistas de extraordinaria calidad como Manuel Grandío o Pedro Chamorro y estudiosos y pedagogos como fueron Baldomero Cateura y Félix de Santos.

En la actualidad se imparte clase de estos instrumentos en algunos conservatorios de España. Existe una federación europea de agrupaciones de pulso y púa en la que estamos representados por la Sociedad Artística Riojana que, todos los años, organiza el Festival Música Plectro de Logroño.

Éstas fueron, aproximadamente, las explicaciones que dimos en el concierto didáctico que realizamos el pasado día 7 de febrero en el Centro de Estudios Musicales Modulando de Valladolid, organizado por el propio centro y la Asociación Vallisoletana de Guitarristas.

La actuación consistió en las explicaciones sobre los instrumentos y una serie de obras, todas ellas pertenecientes al periodo Barroco. El público estuvo formado por estudiantes de música, algunos de sus padres, profesores y hasta un catedrático de guitarra del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, quien nos felicitó efusivamente tras el acto e, incluso, de haberlo sabido antes se habría prestado a tocar con nosotros el concierto con guitarra solista de Vivaldi que interpretamos.

La Orquesta de Pulso y Púa sigue triunfando por donde va, pero esta vez las felicitaciones no procedieron del público normal, sino de entendidos, profesionales y especialistas en el ramo de la música. Tenemos algo importante entre manos, el mantenerlo puede ser responsabilidad de todos.



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