HISTORIA. CALLE MAYOR

Concierto en Portillo y viaja accidentado a Ciudad Rodrigo (I)
Diciembre de 1995

A continuación, vamos a relatar la apasionante historia de la Orquesta de Pulso y Púa en su gira Santa Cecilia 95, llena de extraños sucesos y fenómenos inexplicables.

Debíamos encontrarnos en buena forma y muy concentrados para afrontar los cuatro conciertos que íbamos a realizar en poco más de una semana, tres en nuestra provincia (Portillo, Tudela y Mojados) y otro fuera de ella, en Ciudad Rodrigo (Salamanca). Precisamente, empezaremos hablando de este último por ser el que más tiempo y espacio nos ocupará y debido a las penalidades que sufrimos para llevarlo a cabo.

Hace siete años, en 1988, tuvimos la suerte de ser invitados a conocer este pueblo con nombre de ciudad para intervenir en la presentación del libro sobre El Carnaval del Toro, que se celebra en la localidad salmantina. Fue una excursión muy agradable; empleamos la mañana en conocer el casco antiguo de Ciudad Rodrigo, la Banda Municipal de Música nos invitó a comer y por la tarde tocamos en el cine. Los que llevan más años en la Orquesta dicen que allí se realizó la mejor actuación de nuestra historia.

LA IMAGEN

Un momento del concierto Ciudad Rodrigo.
Con expectativas de revivir y mejorar la experiencia, el 22 de noviembre
(día de Santa Cecilia, patrona de los músicos) a las tres y media de la tarde, partíamos desde la Plaza de España de Tudela llevando la intención de encontrarnos con la animadora cultural de Ciudad Rodrigo a las seis y media y dar comienzo al concierto a las ocho. Por ser un día
de clase para los estudiantes, no pudimos salir de viaje por la mañana, pero aún así, teníamos tiempo de sobra para cubrir el recorrido tranquilamente.

Transitábamos por las carreteras vallisoletanas alegremente, con armonía y buen humor. Los acompañantes, en la mitad delantera del autobús y los músicos, en la parte trasera, como ultras de fútbol en la zona que más se da a ciertas dosis de gamberrismo juvenil en los vehículos para viajeros.
Incluso el tiempo estaba de nuestra parte, porque el día era espléndido, el sol que lucía, radiante, en ningún momento parecía augurar que pocos kilómetros después de pasar por Tordesillas, el autocar iba a pararse y a negarse en rotundo a andar ni un metro más. Y allí nos quedamos, tirados en la carretera cuando llevábamos algo más de una hora de viaje.

EL PROGRAMA

Programa de la actuación en Ciudad Rodrigo. Ver crónica.

De lo que después sucediera tendremos noticias más adelante, porque ahora nos vamos a ocupar del primero de los cuatro conciertos del mes. Cuatro días antes del viaje a Ciudad Rodrigo, es decir, el 18 de noviembre, fuimos a Portillo, igual que el año pasado, pero aquella vez fue en Arrabal donde estuvimos y esta vez en la parte alta del pueblo. En ambas ocasiones, el acto fue organizado por la Asociación Andrés Segovia. La hora de comienzo del concierto sería a la 20.30 horas, en dura pugna por la audiencia con el enfrentamiento futbolístico entre el Real Madrid y el Atlético de la misma ciudad, programado para empezar a la misma hora que nosotros, seguramente porque los directivos de ambos equipos no estaban informados de ello.

De haber sabido con quién se enfrentaban hubiesen cambiado la hora del encuentro, porque el público acudió a nuestra convocatoria; salimos a plaza llena, y plaza tan brillante como es la recién restaurada iglesia de Santa María; verdadera reliquia este templo y auditorio, en el que tocar fue una experiencia sumamente gratificante. Cuando terminamos, fuimos invitados a una cuchipanda en un local del Ayuntamiento, que se utilizó como iglesia mientras la de Santa María era restaurada y que se piensa convertir en auditorio próximamente. Parece que en este pueblo se han dado cuenta antes que en el nuestro de lo importante que es tener un teatro en condiciones.

LA NOTICIA

Recorte de Tribuna de Salamanca (23-11-95). Ver noticia
Nos pusimos ciegos de comer tortillas, dulces de Portillo (no podían faltar) y otras exquisiteces entre las que no se encontraban esas ruedas de papa frita tan correosas y chiclosas que no era posible despegarse de los dientes una vez que se habían mordido. Pasamos un rato agradable en aquel gran recinto vacío que algún día será Teatro nuevo, como lo es de Ciudad Rodrigo, donde deberíamos estar tocando el día 22, a las ocho de la noche, en vez de encontrarnos desolados en mitad de la carretera. Tras el desconcierto inicial después del parón, empezamos a buscar soluciones.

La primera sería intentar poner en marcha el motor del autobús haciendo pequeños ajustes en la máquina, hasta llegar a agotar la batería. Entonces sólo había un remedio; la tracción animal, el motor de legumbres y pan, en definitiva, el empujón humano. Los más intrépidos, haciendo fuerza desde atrás, conseguimos mover el autocar; estábamos dispuestos a llevarlo así hasta Ciudad Rodrigo y lo habríamos hecho de no haberse sumado a la masa del vehículo, los dos mil cuatrocientos kilos de carne con ojos que nos miraba desde los asientos, lastre que no se molestó ni en bajar para aligerar la pesada carga de los condenados a galeras.

Por supuesto que, en semejantes condiciones, la tentativa fue vana y el coche seguía parado, pero algunos cientos de metros más cerca de Salamanca. La velocidad era vertiginosa, habíamos recorrido doscientos metros en cuarenta y cinco minutos. Un caracol que venía detrás de nosotros nos adelantó en tercera y no tuvimos tiempo ni de verle la espalda, pues tan velozmente se alejaba.

Continuará.


OTROS MESES DE CALLE MAYOR
©2004 Orquesta de Pulso y Púa de Tudela de Duero