DETRÁS DEL ATRIL


Durante la cena.


A los pies del acueducto.


Fotito junto al acueducto.


Gran selfi segoviano.


 

El acueducto de Segovia en un clic
21 de febrero de 2016

El viaje no podía terminar de otra manera: con una foto en el acueducto. Allí aparcamos los coches y salimos corriendo para pasear bajo los arcos y tomar alguna instantánea. Pero antes, disfrutamos de una jornada (corta pero intensa) en Segovia.
El viaje comenzó a las 15:30 horas, cuando la primera comitiva partió desde Tudela. La logística hizo que nos dividiéramos en varios grupos. El primero (Miguel Ángel, Ángel, Jorge, Esther, Javi y Luz) partieron desde Tudela. También lo hizo Elsa, quien llevó a la pequeña Elena, con tan solo 21 días. Como dijo Miguel Ángel durante el concierto, cuando interpretamos L’eroica, Elsa es toda una heroína. También Pablo, que dejó a su pequeño con fiebre para poder acudir al concierto. Pablo estaba a las cuatro de la tarde en Portillo para salir desde allí junto con Natalia, Gracia, Luismi (quien vino a la carrera después de terminar apenas unos minutos antes un partido de basket), Nohelia y Víctor (quien juntó toda la jornada laboral y comió un sándwich rápido para poder ir a tocar). Desde Valladolid viajaron Alicia y Rodrigo en el bólido de Andrés.

El trayecto hacia Segovia iba más o menos tranquilo cuando a mitad de camino, a la altura de Cuéllar, Luismi se dio cuenta de que se había olvidado las partituras en Portillo. Las había metido en el coche de Nohelia, en el que en un primer momento se iba a usar, pero como al final se fue en los coches de Víctor y Pablo, se cambiaron allí los instrumentos, atriles y útiles varios. Pero… se trasvasó todo de coche a coche salvo las partituras de Luismi. Por eso, en Cuéllar, Pablo y Víctor detuvieron los coches. Natalia, que iba con Pablo, se cambió de vehículo. Nohelia dejó a Luismi las llaves de su coche y este, con Pablo al volante, volvió a Portillo a por las partituras.

A pesar de todo, llegamos un poco más pronto de lo previsto porque hasta las 17:30 horas no podíamos acceder al lugar del concierto. Por eso, se hizo un poco de tiempo en una cervecería.

Después del concierto, nuestros compañeros de la orquesta Cuerda para rato nos invitaron a comer en el Mesón de Patricia, un restaurante decorado con mil y un recuerdos del mundo del toreo, lo que provocó más de una broma porque Miguel Ángel, durante el concierto, en la presentación de Gallito, había dicho que no era muy taurino. ¡Toma!
El menú estuvo compuesto por cinco primeros (sopa de cocido, sopa castellana, ensalada mixta, menestra de verduras y espaguetis) y cinco segundos (bacalao, pimientos rellenos, pechuga empanada, filete de ternera y huevos fritos con chorizo). Y de postre, mouse de limón, tarta de queso o helado. Una cena muy agradable en la que orquesta echó buenas risas.

Y al terminar, la parada obligada en el acueducto para sacar fotos y vídeo. Eso sí, terminó de forma abrupta en el momento en el que vimos aparecer un coche de policía. Mejor echar a correr no sea que nos cayera alguna multa por dejar los coches mal aparcados.



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©2004 Orquesta de Pulso y Púa de Tudela de Duero